martes, 3 de febrero de 2015

Familia

Yo he procurado informar a los padres o tutores ayudándome del material realizado por los alumnos. Les he dado a cada padre, madre, tutor, el trabajo que hemos hecho en clase, para  que entiendan el por qué de esa actividad y para pedirles que valoren esos trabajos. 
Que cuando el niño los lleve a casa, que se sienten aunque sólo sea media hora o un cuarto, es igual, pero que ese ratito sea exclusivo para él y no lo compartan con la cocina, el teléfono, otros familiares etc.
Ese es su tiempo y es lo que él recordará siempre, ese ratito que le hemos dedicado y no el montón de regalos que a veces les hacemos para suplirlo.  




    

 

En las reuniones, con las familias, para explicarles lo que hacemos, y cómo ellos pueden colaborar, les proyectaba fotografías, o alguna  filmación que había realizado durante ese tiempo de observación. Eso de que una imagen vale más que mil palabras en muchos casos es cierto.


 

Cuando ven a sus hijos abrochándose la bata solos, almorzando, colocando su servilleta encima de la mesa, tirando las migas dentro de la papelera, ordenando los juguetes utilizados de forma espontánea y sin que un adulto esté  “imponiéndoselo”,  sino que es algo que ya se ha adquirido y que lo hacen de forma natural. Esto hace reflexionar a las familias, surgen las preguntas, surge el debate, que es lo que enriquece y hace fructífera la reunión.


Hay que tener cuidado con las fotografías y explicarlas muy bien para  no herir la sensibilidad de las familias. Por ejemplo, hice fotos a un niño de párvulos comiéndose un pastel de crema de chocolate y el resultado, como tenía el niño las manos,  la cara, la mesa etc.


Eso nos dio pie para hablar de la importancia de los almuerzos, del resultado, no sólo higiénico, sino nutritivo. Entramos de lleno en la alimentación, en la importancia que tiene un pequeño bocadillo de pan, aunque sea pequeñito, con algo que le guste y no desde el punto de vista nutricional, sino tan bien de cómo estaremos fortaleciendo sus mandíbulas, el aparato bucal. Parece mentira como cosas tan sencillas pueden influir directamente en la pronunciación. A veces  modificando estas pequeñas cosas hacemos que se corrijan defectos de pronunciación.