El huerto no daba lechugas, coles, etc. Para todos, pero sí, para que una vez le tocara algo a cada alumno de los que lo cuidaban. Marchaban a casa con su verdura como si fuera un tesoro.
Preparando el huerto.
Sembrando
La cosecha
Lo mismo pasaba, cuando les tocaba llevarse el huevo que habían puesto las gallinas, era curioso ver sus caras de alegría. No podéis imaginar la fiesta que se organizaba cuando las gallinas se quedaban cluecas y por fin salían los pollitos. Agrupábamos a los niños por ciclos, en una zona del patio amplia, nos colocábamos en círculo, soltábamos a la gallina con sus polluelos en el centro y sus caras reflejaban la admiración e ilusión que les producía semejante espectáculo.
Construyendo el gallinero
Con todo esto que os explico quiero que entendáis que el patio, que generalmente es una zona de recreo, también es una zona llena de posibilidades para aprender infinidad de cosas.