Dibuijos sacados del programa de actividades del décimo aniversario.
El primer día de clase después de Navidad (enero de 1987) los alumnos de la clase de 2º del C P Ferrer i Guàrdia, recibieron como regalo de reyes dos pollitos.
El rey Baltasar se enteró que durante este curso teníamos que estudiar un tema de experiencias que se titulaba “La gallina.”
Los pollitos los teníamos en la clase dentro de una caja de madera.
Como eran tan pequeños y en enero hacía mucho frío Ángeles se los llevaba por la noche y los fines de semana a su casa para mantenerlos calentitos con una bombilla encendida que les hacia de estufa.
Los pollitos, pensaban que Ángeles era su mamá gallina porque la seguían a todas partes y acudían cuando ella los llamaba.
Teníamos que vigilar sus cagaditas que iban dejando por el suelo y limpiarlas enseguida para no pisarlas. Lo hacíamos todos.
Muchas veces, mientras trabajábamos salían de su caja y paseaban por la clase o se subían a la falda de Ángeles o de algún niño que se quedaba muy quieto para no interrumpir su sueño.
Teníamos un pacto con Ángeles de no distraernos de nuestro trabajo por culpa de los pollitos. Todos nos esforzábamos para respetarlo.
A la hora del recreo, todos los niños por turnos, los bajábamos al patio, para anduvieran y tomaran el sol, cosa que les gustaba mucho.
Pasó el tiempo y decidimos que necesitaban un sitio para vivir ¡amplio y soleado! Necesitaban un gallinero.
En el patio, al lado del huerto teníamos un sitio perfecto para ellos. Había un espacio con valla, que había sido utilizado como perrera, ya que habíamos tenido perro viviendo en la escuela.
Solamente nos faltaba construir el gallinero. Necesitábamos ayuda y la pedimos a los con esta nota.
Acudieron a la cita padres y madres dispuestos a trabajar.
Teníamos albañiles, carpinteros y sobre todo profesionales y especialistas con buena voluntad.
Con un fin de semana no fue suficiente y tuvieron que venir otras semanas, pero lo hicieron con gusto y dedicación.
Más tarde llegó al gallinero un pato y un pollito (huérfano). Los trajeron los niños porque se los habían regalado y no podían tenerlos en casa.
El pato enseguida adoptó a la gallina paquita como su madre.
La seguía, la llamaba y se acostaba a su lado entre sus plumas como si fuera un pollito.
¡No comprendía que el era un patito y ella una gallina!
Cuando el pato se hizo grade le mordía las plumas haciéndole caricias, se las tenía todas mordidas.
También le estiraba de las alas para llevársela a la piscina que le habíamos hecho, quería que se bañara con él pero ella no quería, a las gallinas no les gusta mojarse.
El pollito se convirtió en un gallo rojo muy bonito y presumido que cantaba mucho y fuerte.
Los niños de primero y a su señorita Amor, también les gustaban los animales y se apuntaron a cuidar las gallinas, compartían con nosotros los trabajos del gallinero.
Las dos gallinas ponían un huevo cada día y los niños en riguroso orden (por turno) se los llevaban a casa.
Los huevos eran muy buenos porque las gallinas, comían, maíz, trigo, lechugas y pan remojado.
El gallinero, lo teníamos que limpiar con frecuencia porque lo ensuciaban mucho.
En el gallinero también vivían palomas que podían volar libremente pero volvían siempre. Ponían huevos y tenían pichones que eran muy feos de pequeños y bonitos de grandes.
Tuvimos algunos problemas con los entrenadores de palomas del pueblo porque nuestro palomo era muy atractivo y se llevaba las palomas suyas a nuestro gallinero. ¡Las enamoraba!
También vivían en el gallinero una familia de ratoncitos de campo que se apropiaban de parte de la comida de las gallinas y las palomas.
Algunas veces, cuando limpiábamos el gallinero encontrábamos nidos con crías.
Una vez se los llevaron los niños de párvulos para criarlos como mascotas.
Otra vez los niños de quinto los criaron en la clase.
Cuando acabó el curso, los llevaron a la montaña y los dejaron en libertad.
Cuando el gallinero llevaba funcionando cinco años, un buen día, una gallina se quedó clueca, le dejamos cuatro huevos para que los encubara y de estos huevos nacieron cuatro pollitos preciosos.
Nosotros no vimos como salina del huevo porque lo hicieron por la tarde cuando ya aviamos marchado a casa.
Los vimos al día siguiente y nos hizo mucha ilusión.
Era muy bonito ver como la gallina vigilaba sus pollitos y les enseñaba todo lo que tenían que aprender.
Pasaron los años y tuvimos gallinas, gallos, pollitos y palomas de diferentes razas y colores.
Una vez tuvimos un gallo que defendía al gallinero como una fiera y perseguía a todo el que se aproximaba a él.
Un año viendo que gastábamos mucho dinero en comida para las gallinas y palomas. Nos dimos cuenta que muchos pajaritos y tórtolas del barrio venían a comer, gratis, a nuestro gallinero y decidimos poner un techo de tela metálica, cerrando el gallinero.
A veces entraban gamberros al cole y rompían los huevos o las puertas y algunas veces mataron las gallinas.
Eso nos entristecía porque nosotros poníamos mucho esfuerzo y cariño en esta actividad y no podíamos entender porque lo hacían.
Un año viendo que gastábamos mucho dinero en comida para las gallinas y palomas. Nos dimos cuenta que muchos pajaritos y tórtolas del barrio venían a comer, gratis, a nuestro gallinero y decidimos poner un techo de tela metálica, cerrando el gallinero.
A veces entraban gamberros al cole y rompían los huevos o las puertas y algunas veces mataron las gallinas.
Eso nos entristecía porque nosotros poníamos mucho esfuerzo y cariño en esta actividad y no podíamos entender porque lo hacían.